viernes, 12 de junio de 2009

Aparicio, Esther Cl Ponca Jardín San Antonio #454


Hacer poesía es como si apareciera alguien muerto debajo de tu cama. Una sospecha de algo. De alguien que está cavando túneles para salir a la otra calle, porque quiere escapar, sólo quiere encontrar un sitio donde detenerse por un momento, sin agentes de tránsito, sin preguntas sin llenar formularios o renovar pasaportes. O lo que harían ex escoltas intercambiándose secretos de estado. O el ánimo que uno tiene cuando sufres un despido y quieres crear un movimiento popular, reivindicar al Che, al marxismo y al final todo pasa como en diapositivas…
La poesía como espacio de exploración es súper intolerante como la azafata ésa de Iwazaki súper ordinaria con su colonia barata… Pero al revés: no tolera la intolerancia... (ves, estos son los juegos de palabras y ya puedes publicar tus libros y armar entrevistas sobre el estado de la literatura y lo que te costó escribir tus cuatro novelas y dos libros de poesía. Nadie te dice nada, sólo te aplauden. Piensas que escribes sobre el escritorio de García Márquez. Te ven, no te miran…)