miércoles, 9 de julio de 2014

La pintura en la nuez




Chaim Soutine (1893-1943) era un apátrida y un judío en el París ocupado. Siguió pintando, escondido, lacerado por las úlceras de estómago. Al fondo de la galería Paul Kasmin hay una puerta que da a un espacio más reducido y menos iluminado que la sala principal. En él, solo en una pared, está uno de los últimos cuadros que pintó Soutine, una maternidad. Una mujer vestida de negro, con un ojo muy abierto, perdido, sosteniendo a un niño ya grande que parece que se le ha escurrido del regazo, con el cuello torcido, los ojos cerrados, las manos colgantes, la cara caída sobre un hombro, dormido o muerto. Se nos olvida la capacidad de la pintura para tratar los asuntos más graves que existen. Soutine pintó ese cuadro en 1942. En 1943 se arriesgó a abandonar su refugio para operarse las úlceras en una clínica de París. Murió en el quirófano, con cincuenta años.  De Antonio Muñoz M