martes, 17 de febrero de 2009

Elaborando montañas


La escritura que he venido haciendo, en este momento atraviesa un estado de parálisis. Esa perplejidad resultante me llama poderosamente la atención por el grado de indefinición en que se ha ido sumiendo. Pero esa etapa de indefinición le sigue una siguiente etapa de definición y eso es bueno para sus posibilidades de moverse ante tanta espera. En la forma como estoy escribiendo no me dice nada. Sólo encuentro un mar de preguntas. Todo es confuso y caótico. Una escritura exageradamente estricta y rígida no tiene mucho futuro salvo de caer en un vacío ininteligible y que sólo pequeñas comunidades de extrovertidos exagerados en sus planteamientos suprematistas le hagan culto y se reúnan en especies de catacumbas a leer y releer esta escritura indescifrable más cercana al jeroglífico y al pentagrama. Por ahora la calma no es el mejor indicio de reiniciar un trabajo serio de literatura, como debe ser abriéndose paso a punta de pistola o con perros bravos por delante hasta lograr entrar en una sofisticación sagrada y de reencuentro con las posibilidades que tiene el poder nombrar un caballo a través de la imagen de un tren o una camisa tendida al sol. Sobre este punto tengo algunas ideas que he pensado en una narrativa que trate sobre las vidas de gente con profesiones o habilidades consideradas raras, inútiles, perdidas, por ejemplo:

Clavadista
Vendedor de cd en semáforos
Vendedor de golosinas en autobuses
Exboxeadores
Levantador de pesas
Estriper
Bartender
Repartidor de comida en oficinas

La mayor parte vienen de barrios marginales, de casas en terrenos invadidos, caserones condenados, sin agua potable, ni luz y con graves problemas de delincuencia y drogas. Algunos quieren alcanzar fama, dinero y sacar a su familia del hueco, la mala vida peligrosa, arriesgada, dura de llevar por donde han pasado otros parientes suyos que han terminado en la cárcel o muertos. Me interesan los que no tienen metas claras que no han podido visualisarce y viven el día a día. No saben que pasará mañana. Viven sus rutinas con una resignación casi religiosa. “Así lo quiso Dios”, ponderan.

Primero hay un proceso mental que penetra en un régimen de obsesión a través de escenografías, imágenes, paisajes o recuerdos fotográficos que transcurren en términos de videojuego, repasan tu mente y predisponen hacia actitudes más hacia la comprensión de lo que entiendes como arte. Es como si ese material previo a narrar pasará por toda la historia del arte y sus descubrimientos. Por supuesto lo que se contempla es el cúmulo de sabiduría e informes que uno tiene sobre la literatura y arte en momento determinado, llena de especulación y arenas movedizas que se van filtrando donde los residuos se van acomodando en una construcción visual y luego en escritura. Lo llamaría un proceso que deviene de lo mental a lo material a través de filtros y coladores que no es que pulan la idea o la imagen sino que la advierten e informan tal como la vas a plasmar en forma de arte.


13 de enero 2009

1 comentario:

Daniel Dragomirescu dijo...

Todo lo mejor!
La revista El Horizonte Literario Contemporaneo