Chaim Soutine (1893-1943) era un apátrida y un judío en el París
ocupado. Siguió pintando, escondido, lacerado por las úlceras de estómago. Al
fondo de la galería Paul Kasmin hay una puerta que da a un espacio más reducido
y menos iluminado que la sala principal. En él, solo en una pared, está uno de
los últimos cuadros que pintó Soutine, una maternidad. Una mujer vestida de
negro, con un ojo muy abierto, perdido, sosteniendo a un niño ya grande que
parece que se le ha escurrido del regazo, con el cuello torcido, los ojos
cerrados, las manos colgantes, la cara caída sobre un hombro, dormido o muerto.
Se nos olvida la capacidad de la pintura para tratar los asuntos más graves que
existen. Soutine pintó ese cuadro en 1942. En 1943 se arriesgó a abandonar su
refugio para operarse las úlceras en una clínica de París. Murió en el
quirófano, con cincuenta años. De Antonio Muñoz M
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